Otra leyenda dice adiós. El fútbol europeo sigue sufriendo un paulatino e imparable cambio generacional. Steven Gerrard ha anunciado su marcha del Liverpool. En verano, recalará en Los Ángeles Galaxy de Estados Unidos.
Se va el 8 de los Reds, el capitán. En los últimos tiempos, el fútbol inglés ha sufrido un constante goteo de pérdidas, desde Ryan Giggs hasta Paul Scholes, pasando por Jamie Carragher, David Beckham o el propio Frank Lampard. Michael Carrick, John Terry y Rio Ferdinand serán los próximos integrantes de una generación dorada que emite su canto del cisne. Además, la liga inglesa está evolucionando hacia una competición mucho más cosmopolita en los últimos quince años. Jugadores de todos los continentes y de nacionalidades muy diversas han poblado sus equipos, arrinconando a esa generación inglesa que prometía tanto como decepcionó luego.
Entre estos jugadores que permanecerán en la historia, todos tienen como rasgos comunes su constante espíritu de sacrificio, su carisma, su respeto por el espectáculo, el aficionado y la competición. Son jugadores que priorizan defender el escudo que lucen en su pecho y no el salir el último del vestuario. El entrar al rival jugándose el físico propio sin temor a estropear su peinado. Por esas cosas (entre muchas otras) era admirado Steven Gerrard. Como lo es Frank Lampard. Y John Terry. Como lo era Patrick Vieira.
Lejos de las fronteras británicas también tenemos otros ejemplares reseñables. Javier Zanetti, Alessandro Del Piero, Francesco Totti, David Trezeguet, Gennaro Gattuso o Paolo Maldini en Italia. Incluso Gigi Buffon o Pippo Inzaghi. En Alemania estaban Oliver Kahn y Hasan Salihamidzic. Willy Sagnol y Bixente Lizarazu. Todos ellos se ganaron una plaza en la historia del fútbol europeo gracias a su lucha, garra y pasión por el balompié. En España también existen algunos casos como Raúl González, Míchel Salgado o Carles Puyol.
Se va Gerrard. ¿Qué será ahora del número 8 del Liverpool? Muchos años bajo el cobijo y la presencia en la espalda del eterno Stevie. ¿Quién lanzará los penaltis tantos años después? ¿Quién hará los sorteos de campos en Anfield Road la temporada que viene?
Sin duda, la marcha de Gerrard es traumática por su significado. Sin embargo, es cierto también que físicamente no era el mismo jugador desde hacía tres temporadas. Había ganado una sapiencia táctica mayor y un mejor posicionamiento defensivo en el campo pero había perdido presencia en el juego ofensivo y en llegada, señas de identidad de su raza como futbolista.
Gerrard está, con toda seguridad, en el Olimpo de los centrocampistas del siglo XXI. Uno de los mejores jugadores en la historia del Liverpool y con un hueco también en la de la Champions League tras la descomunal final frente al Milán en 2005 donde el capitán fue uno de los estandartes para conseguir la remontada. Una final a la que el Liverpool accedió después de superar la fase de grupos gracias a un gol antológico del capitán en el último suspiro ante el Olympiakos. Ya en la final de Estambul, marcó un gol, provocó un penalti, jugó de todas las posiciones y, aunque no fue necesario, era el quinto lanzador en la tanda de penaltis. Como Rafa Benítez escribió estos días, «no habríamos sido capaces de remontar sin él».
Desafortunadamente, el capitán de los Reds dejará Anfield Road sin haber ganado nunca la Premier League. Una espina clavada que permanecerá para siempre en su corazón. Muchos futbolistas la han conquistado alguna vez acumulando bastantes menos méritos que el gran capitán Red. Pero es algo que sucede en ocasiones con las grandes estrellas de este deporte. Zlatan Ibrahimovic no ha jugado nunca una final de Champions League y Yayá Sanogo nunca marcará más de diez goles en una sola edición de la Premier. Sueños incumplidos.
Se va otro de los grandes. Se marcha Steven Gerrard. La temporada que viene, algún novel jugador del Liverpool usurpará el ocho y cargará a su espalda el recuerdo de Steven. Los Reds, muy probablemente, seguirán sin ganar la Premier League. Y mientras, nosotros, los aficionados al fútbol, siempre suspiraremos por aquel centrocampista que llevó al Liverpool a lo más alto de Europa.