Antonio Mateo

Suárez le roba la tarde a Benítez (2-2)

Luis Suárez empató en el 97 un partido en el que el Liverpool no había merecido irse con las manos vacías, para dejar al Chelsea cuarto sumido en medio de la apretada lucha por los puestos Champions. El uruguayo ofreció, una vez más, lo mejor y lo peor de su repertorio, en una jornada marcada por el regreso de Rafa Benítez a Anfield.

 

Premier League

Liverpool 2
Chelsea 2
Ficha técnica
2 – Liverpool: Reina; Johnson, Carragher, Agger, Enrique; Gerrard (c), Lucas, Henderson; Downing (Shelvey 79), Suárez, Coutinho (Sturridge, 46).
2 – Chelsea: Cech; Azpilicueta, Ivanovic, David Luiz, Terry (c), Bertrand; Ramires, Mikel; Hazard (Benayoun 77), Mata (Lampard 90), Oscar (Moses 83); Torres.
Goles: 0-1, m.26: Oscar. 1-1, m.52: Sturridge. 1-2, m.57: Hazard. 2-1, m.90+6: Suárez.
Genio y figura, como dirían los cronistas de antaño. Luis Suárez acabó siendo el protagonista absoluto de una nueva edición de uno de los grandes clásicos del siglo XXI en la Premier League. Algo más descafeinado en esta ocasión, con el Liverpool sin nada en juego y un Chelsea incómodo, que apenas lucha por entrar en los cuatro primeros puestos en la Premier.
 
Esta vez estaba Rafa Benítez ocupando el banquillo extraño, el que ocupara Mourinho hace más de media década en aquellas batallas épicas, no importaba la competición o lo decisivo del partido. Debió sentirse así, Rafa, extraño, y la emoción estuvo a punto de vencerle cuando antes del comienzo del encuentro la grada de Anfield, que no olvida, le dedicó una sonora ovación.
 
No olvida los triunfos de aquel “Spanish Liverpool”, pero tampoco la conexión especial del entrenador con la ciudad, con el club y con todo aquello que el Liverpool representa. Sin ir más lejos, el sábado por la noche el técnico español abandonó la concentración del Chelsea para depositar un ramo de flores en honor a los 96 de Hillsborough y a Anne Williams, la madre de una de las víctimas y uno de los iconos en la búsqueda de justicia, que ha fallecido a causa de un cáncer. Anfield le dedicó también a ella una solemne ovación: “One Anne Williams» – cantaban-, «there’s only one Anne Williams”.
 
Los jugadores locales salieron a rebufo de su afición, y en los primeros compases dio la sensación de que era el Liverpool quien se jugaba los puestos Champions. Quizás le faltó entonces cambiar de marcha a los de Brendan Rodgers, que perdieron poco a poco el ímpetu inicial, hasta recibir el 0-1 en un córner por una mala marca de la zaga “red”. Óscar cabeceó al palo corto de manera impecable.
 
Tuvieron que pasar 41 minutos para que los locales realizaran un disparo con peligro entre los tres palos mediante Suárez. Algo no acababa de funcionar, y en el descanso, Rodgers dio entrada a Daniel Sturridge por un inofensivo Coutinho, que se vio superado por la defensa ‘blue’.
 
Otro Liverpool se presentó en la reanudación, y fue precisamente el ex del Chelsea el que prendió mecha a la reacción local. Fruto de su conexión con Suárez nació el empate: el uruguayo sirvió un balón preciso al segundo palo para que Sturridge rematara al fondo de las mallas y estableciera el 1-1. Apenas era el inicio del ‘show’ al que deleitó el charrúa, que sólo tres minutos después provocó un estúpido penalti cometiendo manos. Eden Hazard anotó la pena máxima. Poco le había durado la alegría a los de casa.
 
Los últimos 40 minutos de partido fueron un asedio discontinuo del Liverpool a la portería de Cech. Sin suerte, en muchos casos, con imprecisiones en los últimos pases y con una defensa visitante que rozó el sobresaliente por momentos. De nuevo ausente Terry por decisión técnica, Ivanovic y David Luiz se encargaron de parar sin descanso las acometidas ‘reds’.
 
En medio de ese control local, Suárez hizo otra de las suyas y mordió en el brazo a Branislav Ivanovic, para incredulidad generalizada. No sólo con el balón en los pies inventa nuevos registros el astro uruguayo, que sin ser visto por el árbitro, podría enfrentarse a una sanción de varios partidos tras la revisión del vídeo.
 
Al final arreció el control de los de Rodgers, con un Jonjo Shelvey hiperactivo pero torpe, pero tras un descuento de más de 6 minutos, el Chelsea dejó escapar los tres puntos. Esta vez se cambiaron los papeles Sturridge y Suárez. Sirvió el inglés desde el costado derecho, para que el 7 cabeceara al primer palo cuando todos los segundos del reloj se habían consumido. El balón rebotó en el brazo de Cech antes de colarse en la portería y cerrar una sequía que había tenido al uruguayo más de 500 minutos sin anotar en la Premier.
 
Asistencia. Penalti cometido. Mordisco. Y gol. Suárez puede no ser un futbolista ejemplar. No dejen a sus niños ver sus partidos si no quieren. Pero el uruguayo es de esos peloteros por los que merece la pena pagar una entrada, precisamente porque juegan y se comportan igual que en el patio del colegio, cosa rara hoy. Sus impulsos bipolares encendieron una vez más a una grada que lo ama, para robarle finalmente la tarde a Benítez.

 

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Antonio Mateo