FA Cup
Ficha técnica |
0 – Arsenal: Szczesny; Coquelin, Koscielny, Vermaelen, Monreal; Arteta, Diaby, Rosicky (Wilshere, 70); Gervinho (Walcott, 70), Giroud, Chamberlain (Cazorla, 70). |
1 – Blackburn Rovers: Kean; Orr, Dann, Hanley, Martin Olsson; Pedersen, Williamsom, Lowe, Markus Olsson (Bentley, 62); Kazim Richards, Rhodes (Goodwillie, 82). |
Goles: 0-1, m.71: Kazim-Richards. |
Película de terror para un Arsenal que ve como el título más cercano se le escapa ante un equipo con pocos méritos y que deambula por la zona fría de la Championship, cuyo único plan fue cerrarse y buscar mediante la vía rápida a sus puntas. Wenger, quizá algo confiado, optó por dejar en el banco a gran parte de sus figuras, como Cazorla, Wilshere o Walcott, mientras que otorgaba una enésima oportunidad a Gervinho, cuyos días en el Arsenal deberían estar contados.
Como si quisiera engañar a su rival, durante los primeros ocho minutos el Blackburn comenzó apretando la salida de los Gunners, presionando encima y no dejándoles respirar, llegando a contabilizar incluso una ocasión clara, en la cabeza de Markus Olsson. Pero los de Appleton pronto se quitaron la careta y se amontonaron en dos líneas por detrás del balón, parapetándose en apenas treinta metros, dejando descolgados a Kazim-Richards y a Rhodes. En otras palabras, cerrojazo y patadón en busca de sus puntas, desafiando la paciencia local, llegando a amontonar en algunas ocasiones hasta a ocho hombres dentro de su propia área.
Frente a un muro como el colocado por los Rovers y sin Cazorla ni Wilshere, al Arsenal se le atragantaba el postre. Mascaba y mascaba las jugadas pero sin éxito. Por la izquierda, si la jugada llegaba a Gervinho era para morir. Si era Chamberlain el receptor, fenecía en medio de la impetuosidad del inglés, quizá aún algo bisoño en la toma de decisiones finales, en dilucidar la marcha a engranar.
Una y otra vez se estrelló el Arsenal contra el muro del Blackburn, llegando a contabilizar hasta nueve córners. Todos ellos infructuosos salvo uno, en el que Diaby estuvo a punto de anotar el primer tanto en un imperial cabezazo, pero el guardameta Kean abortó la situación. A base de internadas laterales buscaron los de Wenger llegar a buen puerto, pero en vano. Solo un pase filtrado ya cerca del descanso de un buen Rosicky a Gervinho alteró los biorritmos del duelo. El marfileño, fiel a su cita con el gol, no compareció y con todo a favor la mandó fuera. Acostumbrada la hinchada local a sus habituales cúmulos de despropósitos, a nada ni nadie sorprendió.
El segundo acto se inició con un Blackburn intentando arrimarse un poco más a Szczesny, aunque sin llegar a chutar. El Arsenal comenzaba a desesperarse, atacando en torno a Giroud, quien ejercía de pivote de balonmano. Pero las ocasiones no llegaban salvo en disparos lejanos de Diaby y Rosicky, quien la envió al larguero. Fue entonces cuando Wenger tocó la corneta y metió en el campo a su trío de ases: Cazorla, Walcott y Wilshere. Pero los azares que dictan los destinos del fútbol ayer estaban de bacanal. O quisieron gastarle una broma pesada al Arsenal. A renglón seguido del triple cambio, los londinenses se desajustaron y el rechazo de un disparo de Markus Olsson, mal atajado por un hasta entonces inédito Szczesny, lo remachó Kazim-Richards. Las gradas del Emirates, incrédulas, no cabían en sí. Primer disparo entre palos y gol.
Le tocó volcarse con todo al Arsenal sobre el marco de Kean, ante unos exhaustos Lowe y Williamson y un multiplicado Hanley, pero la desesperación y los nervios agarrotaban las piernas gunners, como demostraron algunas imprecisiones en corto de Mikel Arteta. Con Monreal de extremo zurdo y Giroud de referencia, el asedio era total, pero ni el ariete francés ni Diaby eran capaces de embocar, este último con otro cabezazo que repelió de nuevo Kean. La impaciencia y el infortunio lastraron al Arsenal, quien a falta de un minuto para el final del encuentro dispuso de una doble oportunidad, esta vez con Giroud y Arteta de protagonistas. Pero debía de estar escrito en alguna parte que el Blackburn se llevaría el encuentro.
Y así fue. Con una defensa numantina, un afortunado acercamiento y poco más, los del Lancanshire consiguieron el pase. Una victoria que no aparecía en ninguna quiniela y que visto el partido, ni el propio Michael Appleton se cree. Para el Arsenal, en vísperas de recibir al Bayern, la eliminación supone un durísimo golpe no solo por las circunstancias en las que se produjo, sino porque de nuevo otro año más parece que se va a alargar su ayuno de títulos. La tarde de hoy alimentará las más oscuras pesadillas de más de un parroquiano del Emirates durante años.