Apenas habían transcurrido ni treinta segundos cuando Vurnon Anita la pifió en la salida de balón entregándosela a Dzeko. No contento, zancadilleó al bosnio dentro del área para que Sergio Agüero transformase la consecuente pena máxima de manera suave al palo izquierdo de Krul. Treinta segundos que ilustran perfectamente la festiva jornada de ayer para el Manchester City, quien recibe una inyección de moral de cara al duelo contra el Barça del próximo martes.

 

No pudo ser más redonda la tarde del sábado para el hincha citizen. Al sorpresivo traspiés del Chelsea en Stamford Bridge se le sumó la derrota de su vecino y máximo rival en Gales. Por si fuera poco, a la misma hora y tras una marcha triunfal de once partidos, el Barcelona cayó en su estadio mostrando síntomas de debilidad que bien pueden encorajinar a los de Pellegrini. Cuando muchos parroquianos aún se estaban sentando, llegó el vodevil de Vurnon Anita como apertura.

 

Con Touré de nuevo en el once y escoltado por Fernandinho, el partido no pudo ser más plácido para los locales. Renovadas las energías, el Newcastle se encargó de poner la música en la fiesta merced a su inexistente sistema de vigilancia en la medular. Demasiado peaje frente a tipos como Silva, Nasri o el propio Touré, que pronto se enseñorearía de la zona ancha del campo. En vanguardia, la constante movilidad de un gran Dzeko ofrecía siempre referencias a los suyos y descolocaba a los zagueros magpies.

 

Mientras el Newcastle se tomó la tarde de permiso, las triangulaciones locales en corto eran interminables, conectando desde Kompany hasta Silva, para habilitar a los puntas. Entre el canario y Dzeko fabricaron el segundo gol, obra de Nasri, y el tercero, tras un sensacional envío del mediapunta español que el ariete resolvió con maestría. En ambos contaron con la inestimable ayuda visitante, quienes tuvieron que esperar una hora para poder encadenar más de tres pases seguidos. Sin noticias de Ayoze, solo la zancada de Sissoko y un disparo de Janmat daban fe de la presencia de las urracas en el partido.

 

Todo salía a pedir de boca para el Manchester City: Agüero mostraba signos evidentes de estar recuperado e igualaba como máximo goleador a Diego Costa, Dzeko recuperaba el olfato, Touré ejercía su dominio de manera indiscutida e incluso Hart pudo mantener su puerta a cero. Una de esas tardes en la que los amantes se perdonan hasta una impuntualidad mientras apuran una botella de vino a orillas del Sena. El Newcastle, actor secundario, se ocuparía de tocar el acordeón.

 

Tras la reanudación, los de John Carver trataron de arrimarse y levantar líneas para pronto desistir. Concretamente ocho minutos, que fueron los que tardó David Silva en batir a Krul, asistido por Nasri. El ex jugador del Valencia campó a sus anchas el tiempo que estuvo sobre el césped del Etihad, desplegando todo su talento, susurrándole palabras al balón. A renglón seguido anotó el quinto después de una descarga de Agüero. ¿El Newcastle?. Las crónicas dirán que disputó un partido ayer en Manchester, algunos ufólogos hablarán de abducciones.

 

La media hora restante daba para mucho pero acabó ofreciendo poco, salvo más ocasiones para que el choque terminase con un marcador no apto para menores. Debutó Wilfried Bony, que pudo estrenarse en un mano a mano frente a Krul, pero el holandés abortó el sexto gol local con un formidable pié izquierdo. Las malas no terminaron para los norteños, que a los cinco goles recibidos vieron como Janmat se retiraba lesionado. Hay días en los que es mejor no levantarse y tardes en las que es mejor quedarse en el sofá.

 

Los cinco goles restañen heridas e insuflan ánimos en un Manchester City necesitado de ellos, más aún con Messi y compañía esperando turno. Retoman sensaciones y recortan distancia con el Chelsea los de Pellegrini, con un juego elaborado y fluido a la par que intenso pero preciso, con Touré como capataz, que sin embargo, no podrá comparecer contra el Barcelona. Por su parte, el Newcastle continúa en la zona fría de la tabla, lejos de Europa y de zonas calientes, aparentemente sin más objetivos que evitar turbulencias en lo que le queda de travesía por esta Premier League.