Juan Antonio Parejo

Tronco, pero de madera noble

Encaramado a la cresta de la ola emocional que supuso la llegada de Özil, el Arsenal navega a toda vela en este inicio de temporada como no se recordaba. Conviene ser prudentes, sin embargo. Con todo, más allá del genio alemán, dos nombres destacan por encima del resto, tanto por su explosivo inicio como por lo sorpresivo de éste: Aaron Ramsey y Olivier Giroud.

 
Encaramado a la cresta de la ola emocional que supuso la llegada de Mesut Özil, el Arsenal navega a toda vela en este inicio de temporada como no se recordaba. Conviene ser prudentes, sin embargo. Con todo, más allá del genio alemán, dos nombres destacan por encima del resto, tanto por su explosivo inicio como por lo sorpresivo de éste: Aaron Ramsey y Olivier Giroud. El ariete francés, tras haber sido objeto de dudas y críticas, acabó firmando once goles en el pasado ejercicio de Premier League (concretamente y según algunos, anotó once más de lo que muchos pensaban…). El caso es que las inevitables comparaciones con su antecesor en el puesto (un tal Robin Van Persie, para más referencias) y su propio porte no ayudaron demasiado. Lo que en España se viene conociendo popularmente como un “tronco”. A saber: típico delantero alto y fuerte, con poca velocidad y escasa capacidad técnica y que sirve básicamente como recurso secundario para bajar balones del cielo.
 

Siempre bajo sospecha, Giroud despertó y floreció con acciones sorprendentes

Wenger siempre prefirió delanteros grandes, desde Bergkamp a Adebayor

Hace ya unos meses en El País, Eduardo Rodrigálvarez calificaba al delantero de la Real Sociedad Imanol Agirretxe como un “tronco… pero de madera fina”. Y es que el delantero vasco, tradicionalmente tosco y rudo, rompió a jugar, golear y a hacer cosas que nadie nunca imaginado en él. Respetando el copyright de la etiqueta de Rodrigálvarez, el caso de Giroud presenta similitudes casi calcadas. Siempre bajo sospecha, de repente el galo despertó y floreció, con acciones que dejaron boquiabiertos a propios y extraños, como su soberbio golazo contra el Tottenham con el exterior. Con unas cifras goleadoras realmente notables, Olivier comienza incluso a discutirle la titularidad en los Bleus al mismísimo y discutidísimo Karim Benzema. Y no solo por el número de redes perforadas.
 
Si uno repasa hemerotecas, pronto se dará cuenta de que en efecto, Àrsene Wenger siempre prefirió delanteros grandes: Bergkamp, Henry, Adebayor o Van Persie. Delanteros que aparte de sus centímetros y de sus buenas cifras, gustaban de participar en el característico juego colectivo y coral de los Gunners, lejos por tanto de ser elementos aislados cuya única función fuera el gol. Ahora volvamos al partido del pasado martes que enfrentó en Londres a Arsenal y Nápoles, en concreto al primer tanto. Saliendo del asfixiante pressing napolitano, el esférico llega a Giroud, pegado a la cal diestra. Cuando la jugada parece agonizar, el francés le practica el boca a boca para reavivarla y continuarla. El resto es historia: avance de Ramsey y gol de Özil. Ahí también radica gran parte del valor de Olivier y que Àrsene aprecia. El ariete del Arsenal no es un islote en medio de dos centrales rivales al que recurrir en caso de no existir más soluciones que el balón largo, sino que proporciona soluciones por todo el frente de ataque. Suma alternativas a sus goles, que hasta el día de hoy, no son pocos.
 
Así que parece que el tronco llegado de Montpellier es de madera noble. La única duda es si podrá mantener este nivel durante el resto de temporada. Y es que en caso de buscar posibles opciones en el banquillo es posible que al aficionado Gunner se le sobresalte un poco el pulso…
 

Sobre el autor

Juan Antonio Parejo