Lograr un buen resultado en el mundo del fútbol es tan fácil o tan difícil como ser efectivo en las áreas. Desgraciadamente para Roberto Martínez, su Wigan es tan malo en un área como en la otra. Este partido ha sido la enésima demostración de que el Wigan es un equipo que no juega mal y crea numerosas ocasiones de gol, pero que defiende fatal y es incapaz de definir ante puerta.

 

Y es que el Wigan recibió tres goles, pero pudo encajar muchos más de no haber sido por las acrobáticas paradas de un inspiradísimo Al-Habsi y del desacierto rival. Además de las numerosas ocasiones desaprovechadas.

 

Los primeros cinco minutos del encuentro, en los que el árbitro debió pitar dos penaltis y los Wolves pudieron anotar más de un gol, anunciaban una larga tarde para los «latics». Los pronósticos se acabaron de confirmar con el gol de O’Hara, precisamente segundos después de que Rodallega errara un gol cantado. Sin embargo, un inocente penalti de Hunt a Boyce significó el empate justo antes del descanso, después de que Watson fallara la pena máxima pero aprovechara el rechazo.

 

El 1-1 al descanso dio esperanzas al Wigan, pero ya se sabe que la alegría dura poco en casa del pobre. En los primeros 20 minutos de la segunda parte, primero Edwards y luego Ward sentenciaron el partido. El Wigan dominó por completo los últimos 25 minutos del encuentro, en los que creó incontables oportunidades, pero su habitual falta de puntería impidió que las transformara.

 

Este partido condena estadísticamente al Wigan: en la historia de la Premier League, ningún equipo que haya acumulado ocho derrotas consecutivas ha logrado mantener la categoría. El conjunto de Roberto Martínez tendrá que hacer historia si quiere mantener la categoría.

 

Los Wolves, por su parte, pese a la victoria, siguen siendo un candidato a disputar el Championship el próximo año. Cuentan con las mismas carencias que el Wigan, pero hoy tuvieron más suerte y, sobre todo, tuvieron a Jamie O´Hara y Matt Jarvis. El primero abrió el marcador y fue el mejor del partido, mientras que el segundo se inventó el tercer gol tras un espléndido regate dentro del área.