Esta semana empezó con las declaraciones de Silvio Berlusconi, dueño del AC Milan, en las que llamaba “manzana podrida” a Mario Balotelli. Añadió, además, que el Milan lo había fichado “en contra de su opinión”. No entraremos aquí a analizar la desfachatez que supone que alguien de la catadura moral de Berlusconi pueda llamar “manzana podrida” a otra persona. No, aquí no diremos que eso es como si Mathieu Debuchy se quejase de que Theo Walcott está más tiempo en la enfermería que jugando. No, no lo haremos. Aquí, de lo que venimos a hablar es de que tal vez llevamos tanto tiempo hablando de Mario Balotelli como de un gran talento que no acaba de explotar por culpa de su mala cabeza, que ya nos lo hemos acabado por creer.
Porque de gran talento, nada de nada señores.
Balotelli destacó como juvenil. Desde entonces, poco
Ha marcado un gol en sus último 21 partidos de Premier
Llevamos años oyendo hablar de Mario Balotelli y de su presenta calidad desde que era un juvenil en Italia que destrozó todos los registros goleadores habidos y por haber. Eso sí, dicha frase sobre su potencial siempre iba acompañada con la coletilla de que este nunca acababa de mostrarse a causa de su mala cabeza; vamos, que Balotelli es lo que en España se conoce como “un Guti” o en las Islas como “un Anelka”. Pero el que esto escribe no está de acuerdo con estas afirmaciones, y no porque piense que Balotelli es un jugador con la cabeza perfectamente amueblada (es más, creo que es un mueble de Ikea diseñado por Frank Gehry) y más currante que Raúl González y Kevin Nolan juntos, no. Lo que creo es que la calidad de Mario “Why always me” Balotelli es la que vemos, ni más ni menos. Nada de que no acaba de explotar por su carácter o inmadurez, no, Balotelli es un jugador con un físico extraordinario pero poco más.
Desarrollemos. Pongamos el caso de los dos grupos en los que supuestamente podría encajar nuestro protagonista, según la extendida opinión de que es un gran talento del fútbol mundial. Como tal, pueden darse dos situaciones: que tenga algo entre los hombros y la cresta mohicana, y explote hasta el máximo su talento para el fútbol: pongamos por ejemplo a Luis Suárez –ejemplo que nos viene al dedo tanto por ser al jugador que viene a sustituir como porque “problemas mentales” aparte, como profesional es indiscutible –o que, por el contrario, la cresta mohicana esté apoyada sobre una masa informe de carne y hueso, como puede ser el caso de Nicolas Anelka.
Yendo solo a la fría estadística, está claro que SuperMario no encaja en el primer grupo. Su inconsistencia goleadora allá por donde ha pasado desde que llegase al primer equipo del Inter de Milán, ha sido la tónica de su carrera. Sin ir más lejos, entre Manchester City y Liverpool lleva un gol en sus últimos 21 partidos de Premier League (disparando nada más y nada menos que 66 veces a puerta). ¿Se imaginan al ahora jugador del F.C. Barcelona sin ver puerta durante 20 partidos? Pues eso.
LBalotelli no entra ni en el grupo de los Suárez ni en el de los Anelka
Su cabeza es como un mueble de Ikea diseñado por Gehry
Una vez eliminado de este primer grupo, analicemos el segundo, el de los cabezas locas. A mi entender, cuando se habla de esta clase de jugadores, se habla de jugadores que pese a estar limitados para hacer las cifras y campeonatos de los talentos enfermos por el fútbol, cuando tienen un día inspirado son capaces de ganar un partido ellos solos, dejan una jugada que permanece en la retina de los aficionados durante años y, si se alinean los planetas y es capaz de mantenerse centrado una temporada entera, es capaz de hacer campeón a un equipo mediocre o de hacer aún más grande al gigante. Tomando el ejemplo de Anelka, paradigma de este tipo de jugador, cuando jugó en equipos pequeños, ya sea el caso del Bolton o del Manchester City (el City de 2002 y 2004), fue sin duda el jugador más importante de esos equipos y los hizo rendir por encima de sus auténticas posibilidades. Y cuando jugó en equipos grandes, donde hay jugadores con su mismo talento, pero además con una buena cabeza, si bien no fue todo lo que su potencial le permitía ser, su calidad apareció más de una vez para ganar por sí mismo un partido que se daba por perdido y en el que no había dado señales de vida (pregunten por Madrid sobre aquellas semifinales contra el Bayern). Por el contrario, Balotelli nunca ha jugado para un pequeño (vale, el Milan de los últimos años no es precisamente la octava maravilla del mundo) que brillase por su sola presencia y, cuando ha jugado bien acompañado, no ha dejado un momento para el recuerdo en forma de gol decisivo ni ganado un partido por sí mismo.
¿Entonces, qué es Mario Balotelli? Pues es un buen jugador, pero tampoco nada del otro mundo. Sí, reventó todos los registros goleadores juveniles e hizo 19 goles en 18 partidos con el Inter sub-19, pero no nos engañemos, Italia no tiene el mejor nivel del mundo en esas categorías y, más importante, la historia del fútbol está llena de jugadores que parecen seguir los pasos de Maradona antes de los 18 y luego se estancan, por diferentes motivos. Miren sino a un menudo compañero de generación de Balotelli que de momento está pasando más que desapercibido en Stoke-on-Trent…