Ilie Oleart

Una liga destinada al olvido

Será difícil olvidar la liga de los invencibles del Arsenal, las dos primeras de José Mourinho o la que conquistó el Manchester City en el tiempo de descuento ante el Queens Park Rangers. Sin embargo, la última edición de la Premier League está lejos de ser un incunable. 

 
En este milenio hemos vivido varias ligas memorables. El paso del tiempo, que todo lo desgasta, difícilmente borrará del recuerdo la liga de los invencibles del Arsenal de 2003-04, las inapelables victorias del Chelsea del recién llegado The Special One en 2004-05 y 2005-06, las ajustadas ediciones de 2007-08, 2008-09 y 2009-10 que se decidieron por 2, 4 y 1 puntos respectivamente, la emocionantísima liga que conquistó el Manchester City en el descuento en 2011-12 o el resbalón que decidió la edición de 2013-14.
 
Sin embargo, la campaña que ahora termina ha hecho poco para ganarse su hueco en el olimpo de los recuerdos indelebles. La memoria del aficionado al fútbol suele ser gigantesca pero no por ello menos selectiva. La edición vigente nos ha proporcionado pocos momentos de esos que los aficionados recuperan del cajón de los recuerdos cuando hecha la vista atrás.
 
El mejor equipo de la temporada sería una mezcla del Chelsea de la primera vuelta y el Arsenal de la segunda. Fuera de eso, pocos equipos nos han regalado instantes de entretenimiento genuino. Los dos grandes de Manchester nos han sumido en el aburrimiento más absoluto. El Liverpool ha sido una burda copia barata de la versión de lujo de la temporada pasada. El Southampton nos entretuvo algunas semanas pero jamás fue más lejos.
 

Esta liga no se hará un hueco en la memoria de los aficionados

Los únicos recuerdos indelebles procedieron de fuentes inesperadas

Está bien, ningún equipo ha estado a la altura del juego alemán que vimos en Brasil o el que nos proporcionan los grandes europeos en las últimas rondas de la Champions League. Pero posiblemente hallemos algún jugador que haya merecido la pena seguir esta temporada. Bueee… quizás no. Una retahíla de delanteros ingleses ha irrumpido esta temporada, encabezados por Harry Kane. Delanteros cortados por el patrón típico de las islas. Versiones actualizadas de los Grant Holt, Rickie Lambert o Glenn Murray. Estirpes de finalizadores, rematadores que no destacan por su creatividad, ni siquiera su inteligencia. Más allá de esa camada de atancates ingleses, poco más. Agüero ha seguido marcando goles, Costa y Sterling comenzaron mejor de lo que acabaron y poco más. Las dos únicas figuras de nivel mundial esta temporada han sido Eden Hazard y Alexis Sánchez.
 
Al menos habremos vivido algún partido apasionante. Bueno, alguno sí. El 5-3 del Tottenham al Chelsea en Año Nuevo fue un partido vibrante. El 3-6 del Chelsea en Goodison tampoco estuvo mal. Recuerdo el 2-2 entre Liverpool y Arsenal en Anfield. Para una liga que cada semana nos depara derbis y enfrentamientos directos entre los equipos de la zona alta, poca cosa.
 
El motivo de esta mediocridad súbita que se ha extrapolado también al rendimiento de los equipos ingleses fuera de las Islas posiblemente sea meramente circunstancial. Al Manchester United le está costando hallar el camino tras la era Ferguson. El Manchester City es un equipo agotado limitado por las normas de juego limpio financiero. El Chelsea, aunque ganador, es un equipo joven que debería explotar en los próximos tres años. El Arsenal parece haber conectado finalmente los puntos en 2015. Todos los indicios, comenzando por el enorme poder financiero de los clubes, invitan al optimismo.
 
Así las cosas, los mejores momentos nos los han regalado algunos invitados inesperados. El Bournemouth, un equipo con un estadio para 11.000 personas entrenado por un chico que ha pasado casi toda su carrera como entrenador y jugador en el club, se ha proclamado campeón en Championship. El Bradford nos regaló quizás el momento más emotivo de la temporada cuando venció por 2-4 en Stamford Bridge. Suerte de los pequeños.
 

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Ilie Oleart