Sir Alex Ferguson tuvo que esperar hasta el final para festejar la victoria en Ewood Park. Sus jugadores no decidieron el encuentro hasta los últimos 10 minutos ante el Blackburn, que con la derrota cae a los puestos de descenso.

 

Ferguson hizo tres cambios con respecto al último partido. Volvieron a ser de la partida Paul Scholes, Phil Jones y Javier Hernández, que sustituyeron a Ryan Giggs, Ashley Young y Danny Welbeck.

 

Los «diablos rojos» llegaron como único puntero al partido debido que su clásico rival, el Manchester City, volvió a dejar puntos en el camino empatando 3 a 3 contra el Sunderland. A pesar de estar obligados a ganar, los dirigidos por Sir Alex salieron al campo de juego con cierta pasividad, máxime teniendo en cuenta que enfrente tenían al décimo septimo de la tabla. El Blackburn es un equipo que todavia busca su lugar en la Premier y está en el gran dilema de no descender.

 

Y sin embargo, fueron los Rovers los que pudieron adelantarse por medio de David Hoilett, que realizó un impacto desde afuera del area que David De Gea pudo desviar hacia el córner.

 

El partido se tornó muy trabado, como ir a ver a un sobrino chocar con los autitos chocadores. Las bandas no existieron, todo el juego pasaba por el centro, posiblemente debido a que Ferguson optó por dejar su banda izquierda despoblada. En estas circunstancias, el Blackburn pareció sentirse más cómodo y tuvo las mejores ocasiones. Marcus Olsson también quiso probar suerte desde fuera del área y De Gea volvió a mostrar que volar no es un problema para él.

 

Sir Alex, consciente de que su apuesta por un trivote formado por Jones, Scholes y Carrick no había funcionado, regresó a un sistema más reconocible, con Giggs en la banda izquierda tras sustituir a Jones. Y el United mejoró con el cambio.

 

Precisamente por la banda fue por donde llegó el gol que rompió el partido. Y si alguien sabe de explotar banda es Toño Valencia, que se está erigiendo en el mejor de su equipo en esta recta final, como sucedió el año pasado. El ecuatoriano ganó siempre su banda y así llegaron los goles.

 

A los 81 minutos, el sudamericano impactó al arco desde la banda y un pequeño desvío dejaría el balón fuera del alcance de Paul Robinson. Pero esto no sería todo, ya que a los 86 minutos, Valencia le cedió la pelota a Young, que dio un giro sobre su propio eje e impactó el balón desde fuera del área, colocándolo junto al palo.

 

Si el partido hubiese durado 80 minutos, el Blackburn podría estar festejando un punto. Incluso si De Gea no hubiese demostrado ser un gran arquero, estarían sumado de tres. Pero los partidos duran 90 minutos y esos diez minutos finales fueron letales para los dirigidos por Steve Kean. El Manchester United demostró una vez más ser un equipo al que no le pesan los partidos en momentos decisivos, algo que sí le está costando a sus rivales ciudadanos. Algo que puede resultar decisivo de cara a la definición del campeonato.