Premier League
Wolves | 1 |
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Chelsea | 2 |
Ficha técnica |
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1 – Wolverhampton: Hennesey, Stearman, Johnson, Berra, Ward; Frimpong (Fletcher, 61), Karl Henry, Hammill, Forde (Jarvis, 46); Edwards (Foley, 75), Doyle). |
2 – Chelsea: Cech, Ashley Cole, Terry, David Luiz, Bosingwa; Romeu, Meireles, Lampard, Mata (McEachran, 84), Ramires; Fernando Torres. |
Goles: 0-1, m.53: Ramires. 1-1, m.84: Ward. 1-2, m.89: Lampard. |
Woverhampton y Chelsea llegaban con urgente necesidad a su cita en Molineux, acuciados por el descenso los locales y pendientes de no perder comba con sus rivales por puesto de Champions League los visitantes, una vez que toda ilusión por el entorchado liguero parece una utopía.
Con la mitad de sus atacantes lesionados o enfermos, a Villas-Boas no le quedó más remedio que sacar a toda su tropa de centrocampistas: Romeu, Lampard, Meireles y Ramires y Mata, y arriba, nueva oportunidad para Fernando Torres. Por su parte, McCarthy rotaba y daba entrada a un seco Doyle en lugar de Fletcher, en racha. La baja del sancionado Milijas la cubría el recién llegado Frimpong, cedido por el Arsenal.
El partido comenzó con posesiones muy largas de los “blues”, con Ramires en banda derecha y Mata, con más libertad, entre el extremo zurdo y la posición de diez. Agarrado a la salida limpia de Romeu, inexplicablemente sin atar por los Wolves y a los constantes movimientos de Torres, el Chelsea era muy superior. Pudo adelantarse en una llegada de Lampard tras dejada de Torres, pero Stearman lo evitó con una providencial entrada.
Pero, con el paso de los minutos, McCarthy dio con la clave: presionar la salida de los centrales y de Romeu. Extraño gremio el del entrenador en muchas ocasiones, incapaces de ver lo evidente. O el del árbitro, que convirtió una entrada de roja de Lampard en una inocente tarjeta amarilla. En cualquier caso, el Chelsea se mostraba lento y sin ninguna capacidad de sorpresa, más allá de Mata.
Tapada la salida natural, el partido se volvió bronco y feo, pasando de insustancial a pelea de taberna. Y en esas, el Wolverhampton la tuvo en dos remates de cabeza tras faltas laterales pasada la media hora de juego, por medio de Roger Johnson y de Ward. La igualdad en el juego permitió ver, sin embargo, a Adam Hammill, el único centrocampista local capaz de aportar algo de sentido común al juego de su equipo.
Nada más comenzar el segundo tiempo, introdujo McCarthy a uno de sus hombres más habilidosos, Matt Jarvis, en banda izquierda, pareciendo que el encuentro se animaba. Sin embargo, cuando del Chelsea no se podía esperar un juego más previsible, Ramires en un córner, de un estupendo punterazo, rompía el empate. Partido más que aceptable el del interior brasileño, tan desafortunado últimamente. Caso contrario fue el de Meireles, del que no hubo noticia alguna. En los Wolves, otro desaparecido, el recién llegado Frimpong, dejaba su puesto a Fletcher, en búsqueda de más mordiente de cara al gol.
El gol tranquilizó al Chelsea, que empezó a jugar con mayor naturalidad, a alargar sus posesiones que generalmente desembocaban en los movimientos de Torres, peligroso en los costados y muy participativo todo el encuentro. El duende del gol parece haber abandonado al delantero español, pero ello no le impedió cuajar una buena actuación, más rápido y atrevido que en otras ocasiones. Pudo haber cerrado el Chelsea la contienda, en los pies de Mata y de Ramires, pero el partido continuó abierto. Contribuían también los locales, ya con las líneas muy separadas e incapaces de llegar al marco de Cech de no ser a base de balones largos o por algún error de David Luiz.
No concretó el Chelsea y los últimos diez minutos del encuentro fueron una auténtica locura, una montaña rusa. A falta de cinco minutos, Ward enviaba a la red un envío de Fletcher y Molineux estallaba de alegría. Pero cuando todo pintaba peor para Villas-Boas, apenas cinco minutos después del empate local, una brillante combinación entre Torres y Ramires era remachada a la red en la frontal del área chica por Lampard, llegando desde atrás. Aún habría tiempo para más emociones, ya que en el descuento Cech tuvo que emplearse a fondo para desviar un cabezazo de Kevin Doyle.
No habría tiempo para más y respira Villas-Boas, con tres puntos que se antojan de oro, máxime tras el monumental golpe recibido en Stamford Bridge contra el Aston Villa en la última jornada. Mucho trabajo tiene por delante el entrenador portugués, como el de acomodar a todos sus jugadores en un sistema que a muchos les resulta ajeno. Para el Wolverhampton, tras el milagro del Emirates, no hubo más suerte, que esta tarde se tornó cruel con el gol de Lampard y siguen cerca del descenso.