Premier League
Manchester Utd. |
2 |
Tottenham |
3 |
Ficha técnica |
2 – Manchester United: Anders Lindegaard, Patrice Evra, Rafael, Jonny Evans, Rio Ferdinand (Javier Hernández, 92), Paul Scholes, Shinji Kagawa (Danny Welbeck, 79), Ryan Giggs (Wayne Rooney, 45), Nani, Michael Carrick, Robin van Persie. |
3 – Tottenham Hotspur: Brad Friedel, Steven Caulker, William Gallas, Jan Vertonghen, Kyle Walker, Gareth Bale, Sandro, Aaron Lennon, Mousa Dembélé (Tom Huddlestone, 84), Clint Dempsey (Gylfi Sigurdsson, 70), Jermain Defoe (Michael Dawson, 92). |
Goles: 0-1, m.1: Verthongen. 0-2, m.31: Bale. 1-2, m.52: Nani. 1-3, m.53: Dempsey. 2-3, m.54: Kagawa. |
Muchos años habían pasado desde la última victoria del Tottenham en Old Traford, concretamente 23, desde 1989, y Vilas Boas decidió que hoy era un día tan apropiado como otro cualquiera para darle una alegría a la afición de los Spurs.
El luso había diseñado un plan concienzudo y minucioso que dio sus frutos de manera inmediata: en el minuto uno de encuentro, Jan Verthongen emprendió una galopada feroz, hizo la pared con Gareth Bale y el belga se plantó en el área, dejando a su paso a todos los Red Devils que intentaron frenarle, para batir de tiro raso a un Anders Lindegaard al que no le había dado tiempo a ajustarse los guantes aún.
El guión de la película que había escrito Villas-Boas era sencillo pero tremendamente efectivo, como suele ser habitual: mantener el rigor táctico, posicionarse correctamente sobre el campo, cortocircuitar la medular del Manchester United con un trabajo descomunal de Sandro, Clint Dempsey y Moussa Dembele sobre Paul Scholes y Michael Carrick, recuperar el balón y organizar letales salidas a la contra.
Mientras tanto, el United, lejos de despertar, vagaba por el campo noqueado como un púgil de barrio en el primer asalto y solo Nani intentaba desperezar a los suyos con algún intento de desborde por la banda. Una vez tras otra, el Tottenham le robaba el balón al United armando contras fulgurantes, con unos veinticinco primeros minutos de Verthongen espectaculares. Y en el minuto 31, en una de tantas, Gareth Bale, tras una galopada llena de garra y velocidad, y ayudado por un fantástico movimiento de arrastre de Defoe, batió de tiro raso cruzado con la derecha a Lindegaard. Era el 0-2. El Manchester ni estaba ni se le esperaba.
El Tottenham tenía el partido donde quería, robando y contraatacando. Solo en el minuto 42 pudo tener un serio percance al no conceder el árbitro Chris Foy un penalti clamoroso de Verthongen (su único error en la primera parte) sobre Nani.
Como era de esperar, a Sir Alex Ferguson no le gustaba cómo estaba sonando la música que interpretaban sus jugadores y rompió la urna en la que reposa el antídoto que solo se usa para casos de emergencia: Wayne Rooney sustituyó en el descanso a un desaparecido Ryan Giggs…y los instrumentos comenzaron a afinar. El juego de pase sin sustancia que aplicó el United en la primera parte se convirtió en toque rápido y profundo, con un Scholes recuperado para la causa, escoltado por Carrik. Y entonces llegó la descarga eléctrica que sacudió el estadio: tres minutos locos que provocaron que un entretenido partido de futbol se convirtiera en un espectáculo memorable.
En el minuto 52, un pase de Rooney desde la banda acabó con el 1-2 de Nani. Solo un minuto después, una contra fulgurante del Tottenham culminó con el primer gol de Clint Dempsey con los Spurs. Era el 1-3. Y un minuto más tarde, en el 54, Robin van Persie asistió a Kagawa para que el japonés batiera por bajo a Friedel. Era el 2-3. ¡Bendita Premier!
Tras la hemorragia goleadora, el United recuperó el control absoluto del partido. Los Spurs arriaron velas y, o bien en cumplimiento de las órdenes tácticas recibidas o por el empuje de la marejada roja, dieron un paso atrás y cedieron al United el mando absoluto de las operaciones, comandadas por un soberano Scholes.
En el minuto 60, Wayne Roney estrelló una falta directa, que Lennon había cometido sobre Kagawa, en el poste derecho de Friedel. En el 62, un pase de Scholes hacia van Persie concluyó en gol…bien anulado por el árbitro por fuera de juego del holandés.
El partido adquirió tintes épicos y los aficionados del United comenzaron a saborear ese regusto que dejan las tardes de las grandes remontadas. El United apretaba y parecía cuestión de tiempo que dieran la vuelta al marcador. En el 68, Carrick se vistió de Xavi y lanzó un magistral pase hacia van Persie, que falló de manera incomprensible. El Tottenham ya no contraatacaba: bastante tenía con defenderse a capa y espada.
Villas-Boas, ante el temporal que se le avecinaba a los suyos, retiró del campo a un Dempsey desfondado por su enorme trabajo para dar entrada al sueco Gylfi Sigurdsson a falta de 20 minutos. El luso quería recuperar el centro del campo y, sobre todo, el balón. No sirvió para nada: el United siguió aporreando la puerta de Friedel como un martillo pilón. En el 81, Scholes soltó un latigazo marca de la casa que despejó como pudo el cancerbero norteamericano.
El portugués movió ficha de nuevo y retiró del campo a Dembelé para dar entrada a Tom Huddlestone. El United siguió a lo suyo. En el 84, Carrick estrelló un balón en la escuadra tras un córner botado por Rooney.
Chris Foy alargó cuatro minutos el encuentro y Sir Alex quemó sus últimas naves dando entrada al campo en el 91 a Javier Hernández por Ferdinand. Villas-Boas recorrió de inmediato el camino contrario: retiró a Defoe y entró Michael Dawson.
El United asediaba, el portugués se consumía por los nervios en la banda, los aficionados jaleaban a los suyos. Mientas, Sir Alex observaba desde su banquillo, con esa flema inglesa con la que parece dar a entender que la cosa no va con él, cómo, tras un minuto más de añadido por los cambios, volaban de Old Traford tres puntos en dirección a Londres que dan un crédito tremendo a André Villas-Boas, un sofocón pasajero al United y le muestran al mundo una vez más que la Premier es diferente.