Ilie Oleart

Villas-Boas en el cementerio de elefantes

Villas-Boas aterrizó en Londres con las ideas claras: quería rejuvenecer el equipo, practicar un fútbol más combinativo y fluido, adelantar la línea defensiva para aumentar la presión sobre el rival y recuperar a Fernando Torres. Cuatro meses después, lo ha dejado todo apartado para ganar partidos.

 
Cuando Roman Abramovich, el dueño del Chelsea, se decidió a darle el puesto de entrenador a un mozalbete de 34 años tenía una idea clara en mente: rejuvenecer un equipo que había agotado un ciclo. El Chelsea era un elefante que debía comenzar a encaminarse hacia el cementerio. Sus envejecidas patas ya no eran capaces de soportar el peso de un cuerpo castigado tras tantas batallas.
 
El estructura del actual Chelsea sigue siendo la misma que edificó Mourinho cuando llegó al club en la temporada 2004-05: Cech, Cole, Terry, Lampard, Drogba. Jugadores que superan los 30 años y que han dejado atrás los días más gloriosos de sus carreras. La tarea de Villas-Boas no era fácil pero alguien debía hacerla.
 
El problema del técnico portugués fue que se quedó muy corto en el mercado de fichajes. Es cierto que incorporó a jugadores jóvenes pero pocos capacitados para tomar el relevo inmediatamente. Ulises Dávila y Thibaut Courtois se fueron cedidos, Lukaku ni siquiera fue inscrito en la Champions League y Josh McEachran, posiblemente el joven con más talento en el club, no goza de minutos. Solo Mata y Sturridge se han consolidado en el once titular, con la aparición forzada de Oriol Romeu desde hace tres partidos.
 
Con tan pocas incorporaciones, a Villas-Boas no le ha quedado más remedio que seguir confiando en los de siempre, pero eso no ha impedido que tratara de  implementar su sistema. Cuatro meses ha necesitado para darse cuenta de que no funciona con estos jugadores y que debe adaptarlo al fútbol inglés.
 
Villas-Boas jugaba con un 4-1-2-3 en Oporto. Los tres centrocampistas intercambiaban sus posiciones permanentemente, algo que quiso replicar en el Chelsea. El problema es que las transiciones son mucho más rápidas en Inglaterra, por lo que se hace necesario contar con la figura de un medio centro más estático. De ahí la presencia de Oriol Romeu, que cumple a la perfección su labor de Makelelé o Essien.
 
El partido ante el Valencia demostró que, con estos jugadores, el Chelsea no puede jugar como quiere Villas-Boas. Sabiendo que el Valencia debía atacar para clasificarse, el portugués retrasó la línea defensiva por primera vez y apostó descaradamente por el contraataque y la fuerza física. Es decir, un sistema mucho más parecido al que ha venido practicando el equipo desde hace siete años. El resultado fue que Cech, Terry, David Luiz, Cole, Ivanovic y Drogba se sintieron mucho más a gusto y rememoraron viejos laureles. El único pero es que este sistema puede servir para pasar eliminatorias en Europa pero difícilmente para competir con éxito en la Premier League. Dicho esto, Roma no se construyó en un día. Villas-Boas debe concentrarse esta temporada en clasificar al equipo para la Champions League del próximo año, seguir recomponiendo el equipo y los resultados llegarán. Aunque tal vez Abramovich haya perdido la paciencia mucho antes.
 

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Ilie Oleart