Ilie Oleart

Villas-Boas, la última víctima de una nave sin rumbo

André Villas-Boas ha cometido varios errores desde que se hizo cargo del Chelsea hace ocho años. No hizo limpieza del vestuario, no contrató a los jugadores que necesitaba para aplicar su sistema y pecó de ingenuidad en algunas declaraciones. Pero aún así, no es más que una víctima más de la trituradora de técnicos en la que se ha convertido el Chelsea de Roman Abramovich.

 
Villas-Boas ha cometido varios errores. Tal vez el primero fue fichar por el Chelsea sin contar con la experiencia necesaria para afrontar un reto de este calibre. El segundo fue confiar en un grupo de jugadores que están más interesados en sus contratos que en el bien del club que les paga. Y el tercero, admitir ese error en la prensa. Demasiado para la escasa paciencia de Roman Abramovich.
 
Los números hablan por sí solos. El Chelsea está en quinto lugar de la Premier League, tras nada menos que siete derrotas en liga, fuera de los puestos de Champions League. Una competición donde parece difícil que pueda progresar tras caer 3-1 en Nápoles. Y esta semana deberá jugar el replay de FA Cup ante el Birmingham, la única opción real de ganar algún título esta temporada.
 

Ningún técnico se atrevió a renovar el equipo que creó Mourinho

Es momento de darles las gracias a estos jugadores y empezar de cero

Villas-Boas intentó aplicar el sistema de juego que le condujo al éxito en Oporto. Líneas adelantadas, presión, control del balón. O sea, lo contrario que los jugadores llevan haciendo desde que llegó Mourinho, hace casi ocho años. Villas-Boas debería haber tomado una decisión en verano: o adaptar su sistema a los jugadores que tenía, o bien venderlos y contratar otros.
 
La segunda opción era simplemente imposible. David Luiz y Fernando Torres llegaron hace solo un año, John Terry, Frank Lampard, Ashley Cole o Didier Drogba son instituciones en Stamford Bridge con más peso que el propio técnico. Así que Villas-Boas estaba atado de manos desde antes de sentarse en el banquillo.
 
Ningún técnico se ha atrevido a renovar este equipo que formó Mourinho. Avram Grant se limitó a concluir la temporada que Mourinho fue despedido. Scolari apenas duró unos meses la temporada siguiente. Guus Hiddink concluyó esa temporada. Y Ancelotti, que fue el que más aguantó, nada menos que dos años, consciente de que lo que se le pedían eran títulos, se olvidó del futuro y se concentró en el presente. El resultado, doblete el primer año, sequía el segundo.
 
Abramovich debería aceptar que este equipo necesita una nueva inversión millonaria y emprender un proceso de transición sin los cinco o seis jugadores que han formado la columna de este equipo durante la última década. Cech, Cole, Terry, Lampard, Malouda, Drogba o Essien han cumplido su cometido. Es momento de darles las gracias por los servicios prestados y empezar de cero.
 

Sobre el autor

Ilie Oleart