Arsène Wenger siempre ha sido considerado un caballero dentro del mundo del fútbol. Rara vez ha tenido enfrentamientos contra ningún estamento, persona o organización relacionada con este deporte. Sin embargo, desde la famosa eliminatoria de octavos de final de Champions League en el Camp Nou del año pasado, donde Robin Van Persie fue expulsado de una manera bastante rigurosa y el Arsenal acabó eliminado, las relaciones entre Wenger y la UEFA no pasan por su mejor momento. A raíz de las criticas que el francés volcó sobre el árbitro en la sala de prensa después del partido, fue sancionado y multado por el comité de competición de la UEFA.
La sanción consistía en un partido lejos del banquillo, que Wenger cumplió el pasado martes en el partido de ida de la previa de la Champions League ante el Udinese. El técnico se sentó en la grada y desde allí vio el encuentro. El problema es que estuvo comunicándose con el cuerpo técnico para dar indicaciones. La UEFA expone en su reglamento que «un entrenador no puede comunicarse con su equipo durante el partido para el que está sancionado y sólo puede seguir el mismo desde la grada», así que Wenger infringió las normas y la UEFA está pensando en abrirle un expediente que comportaría otra sanción más contundente que la que Wenger acaba de cumplir.
El próximo lunes el comité estudiará los hechos y decidirá que reprimenda impone al técnico galo, que en caso de ser sancionado de nuevo se perdería el partido de vuelta de la eliminatoria del próximo miércoles, donde el Arsenal se juega el ser o no ser en la máxima competición continental.