Empezaba mi primer articulo citando la estatua a Bobby Moore en Green street, el pie and mash o el pub Boleyn. Cosas que no son estrictamente futbolísticas pero que estarán más ligadas al West Ham United por los siglos de los siglos que cualquier jugador o entrenador de la actual plantilla.
Y podríamos seguir, con el Supporters club pegado al estadio, o con las memorias de la Chicken run stand, luego convertida en East stand, o con el colorido y el murmullo de Green steet en esos apenas cinco minutos que van desde la parada de metro de Upton Park hasta el Boleyn ground. O con el Black Lion, con su West Ham boxing club detrás, donde el propio Moore había apurado alguna que otra pinta. O con…
Todo eso es parte indisoluble del West Ham, como su claret o sus bubbles. Porque el West Ham es eso, un equipo familiar. Un equipo que tiene el estadio justo desde hace más de cien años para la cantidad de gente que arrastra. Un equipo de barrio. Un equipo de ESE BARRIO.
El West Ham (sus dirigentes, principalmente) ha expresado su interés en ser el nuevo inquilino del Estadio Olímpico de Londres y abandonar Boleyn ground a partir del 2015.
Las autoridades locales han reafirmado esta semana que creen que el West Ham es el club mejor posicionado para ocupar el estadio olímpico.
Así pues, si el camino sigue su cauce previsto, es muy posible que esto suceda.
El West Ham es un equipo familiar, de barrio. De ese barrio
Quizás el club ingresará más dinero. ¿Y qué?
Defienden los dirigentes (y una parte minoritaria de la afición) que así el club crecerá y puede obtener más ingresos. Quizá es cierto que los aficionados estarán más cómodos. Quizá es cierto que toda esta gente a la que le importa más el football business que en saber que Trevor Brooking nos dio la última FA Cup estarán más confortables en sus palcos privados. Quizá también es cierto que aumentaran mil o dos mil o tres mil abonados. Quizá también es cierto que puede haber algún patrocinador mejor y quizá se pueden tener un par de buenos fichajes.
Pero… ¿y? ¿Y qué?
Que más da eso si rompes de golpe con todo eso que citaba al principio.
Que más da eso si vas a tener el campo más antinatural de la Premier: un equipo que es esencia del futbol británico se encontrará con lo más anti-futbol británico que hay: una pista de atletismo en medio.
Que más da eso si vas a tener a tu gente a decenas de metros del césped.
Que más da eso si tu estadio va a estar medio vacío en muchos partidos (o en algunos casos con gente invitada de relleno a quien el West Ham le importa un pimiento).
La pista de atletismo es lo más anti-fútbol británico que existe
Para cuando queramos volver, Upton Park ya será un Tesco
Que más da eso si cuando pase lo que le ha pasado a varios equipos que han sido trasladados a estadios olímpicos (Juventus de Turin o Espanyol de Barcelona, por ejemplo) y quieras volver a tu casa porque el traslado ha sido un fracaso frio y desangelado, en su lugar habrá un Tesco…
Que más dan esas supuestas ventajas cuando el aficionado de toda la vida, el de bufanda, no el de traje y corbata, cuando quiera hacer la pinta previa al partido no tendrá ningún pub en 1 kilometro a la redonda…
Véis que no soy muy optimista de cara a este cambio.
De acuerdo que a veces para crecer hay que avanzar y modernizarse, pero cada uno debe saber cuales son sus raíces, sus esencias, sus motores.
El West Ham ha aguantado en la élite por sus raíces. El West Ham siendo un club de barrio tiene tantos admiradores por la rudeza de su barrio, por el lugar donde ha crecido.
Si el club quiere seguir siendo especial no debe moverse de su casa. Si quiere ser uno más, bienvenida la mudanza al Estadio Olímpico. Pero eso ya no será el West Ham United, será el nuevo West Ham más vinculado al espíritu “negocio” del cercano Canary Wharf que al espíritu “pinta” de Eastenders.
Si finalmente se produce este traslado, solo queda confiar en el buen hacer de los ingleses, que muchas veces superan con sus dotes todo tipo de obstáculos y creer que, en el fondo, no se aleja tanto de su zona, aunque el cambio es abismal.
Aunque sinceramente, me gustaría soñar que finalmente se impondrá el balón al negocio (no olvidemos que vender la zona del Boleyn será un negocio) y no veremos un edificio de 10 plantas y unos paquetes de galletas dentro de un Tesco en el sagrado lugar donde Moore dio aquel pase, Cross marco aquel gol, Di Canio hizo ese regate o Bonds pegó esa patada al rival…En definitiva donde tanta gente coreó tantas veces el Forever blowing bubbles. Precisamente, como dice ese himno: “They fly so high, nearly reach the sky, then like my dreams, they fade and die”.